martes, 24 de junio de 2014

Garfio y el Cloud Computing

Emulando al amigo y compañero de appsventuras, Sigfrido, hoy toca hablar del TIC TAC del reloj de Garfio. Para ser honesto, lo voy a hacer desde una acepción diametralmente opuesta a la suya, pero, sin embargo, complementaria. Sigfrido lo hacía desde la versión clásica de no perder la curiosidad lúdica por aprender y disfrutar de los nuevos descubrimientos.

Yo, para usar este concepto, no me voy a subir a una higuera. Lo voy a hacer desde una perspectiva más geek y actual, un tanto frikie si se quiere. Me voy a subir a la nube. Vamos, que voy a practicar deporte de alto riesgo: el Cloudcomputing.

Comenzamos.

Fue un día muy futbolero, como diría nuestra asesora futbolístico Lara. En este día, Lara hubiera podido disfrutar de una buena patada a una pelota, haciendo girar el cuero, dirigiéndolo no a la portería, sino a la parte más alta de la grada del Nou Camp.

La visita blaugrana me retrotrajo unos treinta años y Cichi Creus terminó de recordarme la oportunidad que en su día me dio el amigo Pep Claret.

Despistas.
Tocaba ponerse los patines. Los profes, algo caducos y tocados ya, decidieron mantener a salvo sus cascados tobillos. Menos mal que contábamos con la intrépida Lara (asesora futbolística en los ratos libres) para dejar bien alto el pabellón docente.

Sorprendieron Laura y Alejandro con su dominio del patín, con su estilo depurado.

Afortunadamente no hubo ningún percance ni caída relevante, más allá de alguna que otra risa, que, ni siquiera, llegó a la categoría de carcajada.

Almorzamos en el propio palacio de hielo y vimos calentar al Barça, sección de básquet. Fue la Bomba, Navarro.

Museo y Nou Camp
Todo se desarrolló de la machacona y esperada manera, con un Alejandro emocionado y un Eduardo que soñaba con pisar la hierba enfundándose la elástica azulgrana.

Cloudcomputing. Versión moderna de subirse a una higuera.
Ya por la tarde, visitamos la Ciudad Condal: Plaza de Cataluña, avenida del Ángel, Ramblas, mercado de la Boquería...

Todo transcurría de la manera esperada hasta que entraron en juego las nuevas tecnologías. Ya se sabe, cuando tratas con nativos digitales, es inevitable que prendan fuego a sus teléfonos inteligentes. Sobre todo a su adjetivo.

Compartimos un documento de Drive en la nube y comenzó el TIC TAC de Garfio. Peter no era el simpático niño que junto a Campanilla se negaba a renunciar a su curiosidad infantil por hacerse adulto. Peter decidió actualizarse y hacer uso del cloud computing, sólo que cambió su reloj por el de su mayor enemigo, Garfio. Dejó de ser, por un momento, el adorable niño para subirse a la higuera  y renunciar a ser breva.

El reloj de Lara no paraba de latir, hasta el punto de no poderse orientar ni con GPS. Claro, que ya se sabe, esto es cosa de nativos tecnológicos.

Lara no se subía precisamente a la higuera, escalaba directamente el Montjuïc. Casi deben establecer nuevamente el Sistema Métrico Decimal en las faldas del monte.

Para más inri, el pobre Jesús (yo mismamente) sufrió las iras de Hera (entiéndase Lara). Total, sólo contribuyó al rodaje de una nueva versión de la galardonada película de Almodóvar. Pobre Lara, lo que soporta. En un pedestal la deben tener, pero no creo que ella aguantara. Su carácter indomable y su actividad se lo impediría.

Afortunadamente, el ínclito Doramas, fiel escudero donde los haya, surgió de las Ramblas y desconectó el PC, terminando de un plumazo con el cloudcomputig.

Cena, fútbol con comentarista de excepción y merecido descanso... Y Márquez, marcó.





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