viernes, 20 de junio de 2014

Fuego amigo. Tírate por un barranco

Fuego amigo.

Debe ser que por ser pacifista y enemigo de cualquier forma de violencia, que en la primera partida de pintball, fui eliminado sin disparar un solo tiro ¡Qué fácil es poner una excusa para quedar bien y qué difícil de creer!

No me gusta demasiado esta actividad, pero tomándola como un juego sin ánimo probelicista, incluso te puedes hasta reír o realizar una pequeña reflexión sobre la marcha, acerca de lo fácil que resulta perder la vida, lo lejos que debemos mantener los enfrentamientos bélicos y la necesidad de encontrar otras maneras de resolver los conflictos.

¡Qué fácil es perder la vida! Sobre todo si tienes traidores en tus propias filas. Comencé la segunda partida intentando mejorar la sensación de ridículo inicial. Duré algún minuto más, lo cual no fue muy difícil, ya que partía de un tiempo inferior al minuto. Pero vamos, que no pasé de los tres minuto, cuando ya había recibido más de un impacto.

Levanto entonces mi arma y comienzo a caminar cuando caigo en la cuenta de que había sido alcanzado por la espalda. Uno, que tiende a pesar bien y equivocarse, lo atribuye inicialmente a una bala perdida de un compañero. Pero cuando sale Paula, me saca de cualquier duda. Me pregunta si me habían alcanzado por la espalda y me dice que había sido ella, que lo había intentando en varias ocasiones hasta que lo logró. Se suma Laura, señalando que ella también me había disparado y alcanzado. Y, para terminar, Eduardo, que también me tenía ganas, reconoce haberme disparado también. Eso sí, comenta que fue una vez había sido eliminado y portaba el arma en alto. Vamos, que me encontraba en una guerra ilegal (¿ se puede realmente decir que existe alguna guerra que sea legal?) en la que la convención de Ginebra brillaba por su ausencia.

Pero, como la venganza es un plato que se sirve frío, la ocasión me brindó una oportunidad. Eduardo sufrió un impacto allá donde el diablo perdió los calzones. Esa fue mi oportunidad para la revancha (menos mal que uno no es rencoroso). Y, por supuesto, no la desaproveché. Nos pasamos el día "precocupados" por  Eduardo y preguntándole si había tenido problemas al ir a realizar sus necesidades más íntimas.

Tírate por un barranco.

Mira que hay barrancos en Canarias para terminar viniendo a tirarnos a uno en el Pirineo Catalán. Eso sì, con agua, lo que se dice agua, poquitos. Salvo que te vayas a Masca en un año de muchas lluvias o te vayas a los nacientes de Benítez y Carballo. Perdón, de Marcos y Cordero.

¡ Qué risa ver las caras de todos deslizándose por los toboganes naturales del torrente! Lástima que se me escaparon Laura y Eduardo que salieron antes. Ha sido, junto al rafting, la actividad que más nos ha gustado hasta el momento.

En fin, que regresamos con la dignidad perdida, pero resarcidos con la venganza incluida en los platos del menú servido durante la cena.

Bueno, mañana más, pero como dice el Gran Wayoming, pero no mejor porque es imposible. Sobre todo, si tenemos en cuenta que nos quedan varias horas de carretera, tantas como para dar más de una vuelta a la isla.

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